En estos días he estado ordenando mi escritorio y me encontré con algunas cositas:




Tenía pensado soñarse en un campo lleno de tulipanes, deambularía un poco, disfrutaría de la libertad onírica que sólo conseguía en buenos sueños como este, se recostaría para mirar las nubes con formas que le recordarían vagamente su infancia. Se levantaría para sacarse en cara que no era posible que soñara siempre sólo consigo mismo, miraría su reflejo en un espejo adornado con los tulipanes del campo recién soñado. Vería en él a él señalándole con la mirada a alguien detrás suyo. Miraría. Sería una figura femenina jamás vista, a pesar de la dificultad de reconocerla por la desfiguración de su rostro. Seguramente, alguien a quien no conocía ni le interesaba conocer. Tenía planeado luego levantarse cinco minutos tarde para quedarse en la cama abrazando a aquella a quien decía amar y olvidando por completo su "raro", inválido y absurdo sueño. Tenía además pensado pensar otras varias otras cosas como en Pedro, Juan, Diego, en el hecho de levantarse, en la dulzura de la cama cálida frente a ese medio externo frío. Finalmente sacaría su lampiña y sucia pierna por el lado izquierdo, pisaría el parqué, sentiría un pequeño escalofrío que le quitaría un poco el adormilamiento. Seguiría. Prender el calentador de agua, con cuidado para no electrocutarse, aunque esta ínfima muestra de su estimación a la vida no fuera más que una costumbre. La suciedad no saldría nunca, por mucho jabón o shampoo que utilizara. Olisquearía el baño antes de entrar en él, tendría olor a desodorante ambiental más fragancias varias y típico olor a botiquín. Una vez dentro miraría el espejo comparándose al que vio el día anterior en el mismo espejo. El agua estaría un poco fría pues el calentador estaba descompuesto, sumándole el frío que estaba haciendo. Saldría cuando hubieran pasado unos diez minutos, momento en el que estaría bien compenetrado con el agua y ya no tendría deseos de salir. Al contrario, en ese momento sólo pensaría en quedarse, en disfrutar del agua todo el día, lástima la piel de gallina. En esta ocasión hubiera tenido que olvidar la toalla, tendría que salir desnudo del baño, situación que le hubiera producido un cambio de temperatura que seguramente lo hubiera resfriado por sus bajas defensas. Tendría que mirar hacia todos lados por si había malguien husmeando. Después de vestirse veolzmente, seguramente una taza de café con leche agrumada que le daría asco y un pan con lo que hubiera en el refrigerador. Torpemente botaría la pasta al lavamanos en el momento de servirle al cepillo, limpiaría lo botado con la mano y serviría de nuevo. Reloj, billetera, chaqueta, celular, monedas, puerta, piso, ascensor, conserje, puerta de la calle y ya hubieran sido treinta centímetros menos. Cigarro, micro, asiento, aburrimiento, y apenas le hubieran quedado 70 centímetros de altura. Al llegar a su destino hubiera medido unos milímetros más que una hormiga. En el transcurso de los 40 y 20 micrones estarían Pedro, Juan y Diego, que lo aplastarían para llegar a un nuevo sueño: uno que valiera la pena, uno sin espejos, sin madres desfiguradas, sin conciencias que dicten cómo hacer las cosas. Y despertaría, entonces sentiría el viento como una frazada cálida, un último respiro y el murmullo de la gente paseando, paseando y paseando, eso es lo que hacen; y pasaría por su lado el de su sueño sin entender cómo la gente puede morir en una calzada.


=P
by sarpaz